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Con la reunión del lunes en la Casa Rosada, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el influyente asesor presidencial Santiago Caputo lograrán una postal de su fluida relación con los dialoguistas de la CGT, pero quieren ir más allá de la foto protocolar: la intención latente es crear un canal institucional de negociación para bajar las tensiones en medio de malas noticias como el índice de pobreza del 52,9% y conflictos que se agudizan como el de Aerolíneas Argentinas y el de las universidades, además del que se abrió con el paro del transporte para el 17 de octubre.
La más clara señal de lo que busca el Gobierno, asociado con la CGT, es que se acaba de confirmar que a la delegación que irá a Balcarce 50 se sumarán Roberto Fernández, el líder de la UTA, que dispuso un paro de colectivos para el lunes por motivos salariales y es uno de los promotores de la huelga del 17 de octubre, y Daniel Ricci, de FEDUN, que agrupa a los docentes universitarios, en plena batalla por mejoras salariales y en contra del veto de Javier Milei a la ley de financiamiento universitario. También se sumará el líder de UDA, Sergio Romero, el referente cegetista de los sindicatos docentes, que se pinta la cara por los magros sueldos del sector, pero sigue apostando a abrir canales de diálogo.
La reunión que tendrá lugar en la Casa Rosada fue el fruto de largas semanas de negociaciones entre Francos y dirigentes como Héctor Daer (Sanidad) y Gerardo Martínez (UOCRA), dos de los adalides de la fracción dialoguista de la CGT, quienes, gracias a ese contacto, más el de Santiago Caputo y el del secretario de Trabajo, Julio Cordero, lograron que la reforma laboral se reglamentara de una forma menos virulenta que la imaginada por Federico Sturzenegger y consiguieron que el Gobierno frenara en la Cámara de Diputados el proyecto de Democracia Sindical que tanto les preocupa.
Hubo otros gestos de buena voluntad del lado de la CGT. Gerardo Martínez, por ejemplo, operó en las sombras como mediador hace dos semanas entre el secretario de Transporte, Franco Mogetta, y los dirigentes aeronáuticos Biró y Brey para intentar pacificar el conflicto de Aerolíneas, aunque la gestión se frustró ante la intransigencia sindical. Un curtido gremialista criticó en privado: “Cuando vas a un paro, tenés que tener en claro cómo salir”. Pilotos y aeronavegantes demoraron las protestas porque las bases pedían no ir a la huelga. Hoy, nadie sabe cómo podrán salir de esa encerrona en la que repitieron paros que los alejaron de la sociedad y le dio razones al Gobierno para endurecerse.
En la Secretaría de Trabajo esperan que el encuentro del lunes en Balcarce 50 sirva para reflotar el frustrado diálogo social con la CGT y los empresarios. Es una apuesta del Gobierno a contener a los gremialistas con un formato institucionalizado de negociaciones, aunque, como se prevé, allí no estarán todos: Pablo Moyano ya anunció que no se sentará a dialogar con ningún funcionario.
¿Y su papá Hugo? Los dialoguistas quieren comprometer al líder del Sindicato de Camioneros en esta etapa nueva que se abre con el Gobierno y lo invitaron a integrar la delegación que irá a la Rosada. Después de todo, ya lo había hecho cuando se produjo la primera reunión oficial del Gobierno y la CGT, el 10 de abril pasado: en aquel momento, se sumó para intentar destrabar el conflicto generado por la paritaria de Camioneros, que superó la pauta oficial y no era homologada por Trabajo.
Si esta vez aparece en la Casa Rosada, será un duro golpe para su hijo Pablo, el máximo opositor de Milei en la CGT, y una devolución de gentilezas hacia Cordero, quien en las últimas semanas volvió a ayudarlo con su acuerdo salarial al desestimar la impugnación de CATSE, cámara que agrupa a pymes de Santiago del Estero, que objetó ante Trabajo la paritaria del trimestre septiembre-noviembre.
CRÉDITOS: INFOBAE.COM