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La alegría y el legado único que dejó Celia Cruz para la historia y la cultura mundial fueron celebrados en una noche especial organizada por el Museo Nacional de Historia Estadounidense (NMAH en inglés) en Washington, que mantuvo sus puertas abiertas de manera excepcional para honrar a la "Reina de la Salsa", la primera afrolatina inmortalizada en una moneda de 25 centavos de dólar en Estados Unidos.
Cientos de personas rieron, bailaron y se emocionaron el viernes durante el homenaje a la cantante cubana, en un evento coauspiciado por la Casa de la Moneda de EEUU y el Museo Nacional del Latino Estadounidense, dedicado a honrar el "cambio histórico" logrado por la artista, que puso a bailar a medio mundo con su mítico ¡Azúuuuucar!.
El vestíbulo principal del Museo de Historia Estadounidense se convirtió en escenario de una gran fiesta de barrio con decenas de personas bailando al son de las canciones de la emblemática cantante, a tiempo para los festejos del Mes de la Cultura Hispana en EEUU, celebrado desde mediados de septiembre hasta octubre.
Nacida Úrsula Hilaria Celia de la Caridad Cruz Alfonso de la Santísima Trinidad en 1925, en un humilde hogar de La Habana, la "Reina de la Salsa" llevó su música por todo el mundo en una carrera que se alargó por seis décadas. "Ella trajo mucha alegría a la vida de las personas", dijo a la Voz de América Linda Pritchett, sobrina de Celia.
"Ella era la mejor tía que se puede pedir. Venía a todas mis fiestas de cumpleaños, a las fiestas de cumpleaños de mis hijos. Estaba allí para su familia. Hizo mucho por nosotros. Me ayudó a ir a la universidad. Me ayudó con mis hijos. (...) Entonces la miro, cómo era, y así es como aspiro a comportarme y vivir mi vida, para poder inspirar a otros, para hacer cosas consideradas que marquen una diferencia en la vida de otras personas. Y ella lo hizo", aseguró Pritchett, quien contó a los asistentes cómo fue crecer con Celia en una "casita en Queens", Nueva York.
Para la concejala en la ciudad de South Fulton, Georgia, su famosa tía le inculcó un sentido de trabajo y de deber que todavía atesora. "(Celia) trabajaba muy, muy duro. Actuaba tres veces por semana y, a veces, en diferentes países, en diferentes estados. Era muy dedicada. Y eso es algo que ya no se ve, en cierto sentido, porque, aunque la gente puede llamarla diva, no tenía cualidades de diva. Era una dama, no una diva", advirtió entre sonrisas.
CRÉDITOS: VOZ DE AMERICA